Los conventuales predican un mensaje de la paz que proviene de la solidaridad, que a su vez se basa en una realidad fundamental de la existencia humana: venimos al mundo sin nada propio y nos vamos de la misma manera. La verdad de que todo lo que tenemos lo recibimos, en última instancia, como un don, tiene profundas implicaciones cuando nos esforzamos por llevar a cabo la buena obra de construir la paz que brota de la justicia.